jeudi, février 23, 2006

Les jours tristes


Días tristes... vuelven como cada vez, en el ánimo, el frío, los fantasmas, el silencio...
pero no me inquieto, los dejo pasar... como me decían por ahí, esto también pasará.... permitiendo gozar más los dias de sol que alternarán.
Porque no hay claros sin oscuros... y ni por muy largo que sea el otoño deja de llegar el calor...

"É melhor ser alegre que ser triste
Alegria é a melhor coisa que existe
É assim como a luz no coração
Mas pra fazer um samba um samba com beleza
É preciso um bocado de tristeza
Senão não se faz um samba, não.
(...)
Quem faz samba assim não é de nada
O bom samba é uma forma de oração
Porque o samba é a tristeza que balança
E a tristeza tem sempre uma esperança
De um dia não ser mais triste não... "

( Samba da Benção, Vinicius de Moraes )

PD: el cuadro se llama "los 4 árboles" y es del alucinante Egon Schiele (j'adore!), definitivamente una de las pinturas más maravillosas que he visto de frente en estos últimos tiempos...

mardi, février 21, 2006

Fotografía (William Klein)

(New York, 1954)

Hoy descubrí a un "Señor" de la imagen: William Klein, de quién pude ver extractos de filmes, libros-fotografías de ciudades en su estilo "photo comic-strip" (y maquetas de los mismos), pinturas, fotos en tamaño gigante y sus "contactos pintados", en una retrospectiva del Centro Pompidou (a todo esto uno de mis lugares favoritos de París, bien sûr...)

Para compartir el descubrimiento va esta bella imagen de su autoría, que vi hoy. Además anoté algunos de sus pensamientos en relación a la fotografía que me hablaron caleta, y pues se los transcribo, tomándome la libertad de la traducción no-profesional.....

"El gesto de fotografiar es para mí un momento de transe en el cuál se puede capturar ciento de cosas que pasan al mismo tiempo, y que uno siente, que uno ve, conscientemente o no".

"Lo que siempre me ha excitado de la fotografía, y de lo que tenía nostalgia es la manera en que el azar se pone en escena. En mi visor las cosas parecen ponerse en posición ellas mismas. Yo las ayudo apretando el pulgar, con un "camarazo" (coup de appareil). Pero para eso hacen falta ciertos reflejos, un cierto líquido, una cierta forma física". 1989

"Cuando salgo con mi cámara, todo me excita, tengo ganas de atrapar todo, de meter todo en una sola imagen. Me gusta mucho mirar por el visor, todo es claro, neto, todo tiene una profundidad formidable. Pero eso que se ve ahí y lo que se encuentra en la tira de contacto, son dos cosas diferentes. La máquina mete ahí lo suyo, ella tiene su propio genio. Hay que tener eso en cuenta". 1991

lundi, février 20, 2006

Baile


Anoche estuvimos de paso por una soirée tropicalona... uno esperaba fiesta de puros latinos, pero eran sobretodo africanos que nos dieron una maestría de salsa y otros ritmos....

Maravillada de la belleza del baile, de la postura, de la intención, del aura de esos cuerpos que se libraban al goce del alma, al ritmo de los gestos, de la risa, de la complicidad...

Disfruté de una pieza en particular, de una salsa buenísima, tan instrumental y con tanta percusión, que mi cuerpo saltaba solo, la cabeza se sacudía como en un concierto, y mi yo entero se desprendió del salón, del tiempo-espacio de esa noche, y no era más que un cuerpo que bailaba, reía, giraba y que se sincronizaba como uno solo con el otro que me llevaba, firme, nadando por los mares sabrosos del ritmo...

Que delicia bailar, cerrar los ojos y ser uno con la música, con cada uno de tus músculos, huesos, venas; con el otro -el cómplice pasajero-... y con toda la marea de almas que se dejan llevar por ese trance de libertad.

Bailar es una de las genuinas alegrías de esta vida. Y éste que relato será un baile memorable...
Todos mis créditos a mi maestromeño... bailar con él será siempre una de mis cosas favoritas en París.

samedi, février 18, 2006

Ecos primaverales...


Hace días que se viene sintiendo el arribo de la primavera al hemisferio norte... días más largos, menos fríos, lluvias locas. Pero no fue que hasta esta mañana, siguiendo los senderos de un parque urbano, que la ví a la cara. Esta mañana descubrí que estoy ya en primavera.

Y como en la vida todo se cuadra de alguna manera mágica, posteo estas líneas días después del paso del cupido loco de San Valentín (que a todo esto descubrí recién que era un cura que fuera fusilado ya que casaba en secreto a parejas cuando no lo permitía la ley, en no me acuerdo dónde y en el marco de no sé qué guerra...). Y ciertas reflexiones de estos días han ido en armonía con el cambio de estación reinante. Siento que la primavera está volviendo EN MI... que estoy dejando atrás el invierno del alma...

Invierno en el que había asumido al amor como un mito en el que ya no valía la pena creer más.... que era una estafa, una farsa. Pues no existe eso del amor eterno. Y un lapso de felicidad con fecha de vencimiento, qué sentido podía tener? à quoi donc?... Y así, mientras hivernaba en mi cueva de sanación, rumiaba la decisión de que no gracias, no de nuevo, no en un buen rato. Y sin embargo este 14 de febrero, en una conversación de solteras en los barrios de Bastille, escuché una frase que me "rebrotó" la conciencia: el amor es eterno mientras dura.

Y con la luz del equinoccio que ya se comienza a presentir me está habitando un nuevo ánimo. La escarcha derritiéndose naturalmente, va regando la esperanza en el devenir, la creencia en que esta vida es una sucesión cíclica de estaciones, TODAS hermosas y significativas. ¿Qué importa que la primavera del amor tenga su fin inevitable y anunciado desde su origen, si mientras dure se siente eterna, sin final?, ¿qué importa que el amor sea una quimera, si durante el tiempo que creemos en él, existe?... Hasta ayer creía que toda la felicidad que se vive al amar no compensa el dolor del término, así como una noche de carrete no compensa la resaca de la mañana siguiente (como escuché magistralmente conceptualizar mi sentir a una jeune fille el otro día). Pero esta mañana los patos y taguas del estanque volaban en celo enamorado, los sauces rebosaban de brotes amarillos, y yo empezaba a creer de nuevo que siempre va a haber valido la pena lo comido y lo bailado (que no nos lo quita nadie...). Que siempre, y cada vez con mayor razón, valdrá la pena volver a amar. Y sentir eso es volver a sentir la primavera en el corazón.

Estoy contenta. He aprendido otra lección en mi transitar. Sigo creciendo, sigo sanando... y me siento lista para florecer de nuevo. Ya no con la misma candidez, pero si con la intensidad que sucede una primera poda.

En fin, me sentí esta mañana como dice un tango iluminador que, para poner la guinda a la torta, el otro día me habló, y cuya letra os dejo:

"Nos habían suicidado los errores del pasado, corazón...
y latías -rama seca- como late en la muñeca mi reloj.
Y gritábamos unidos lo terrible del olvido sin razón,
con la muda voz del yeso, sin la gracia de otro beso ni la suerte de otro error.
Y anduvimos sin auroras suicidados... pero ahora, por milagro, regresó.
Y otra vez, corazón, te han herido...
Pero amar es vivir otra vez.
Y hoy he visto que en los árboles hay nidos
y noté que en mi ventana hay un clavel.
¡Para qué recordar las tristezas! ¡Presentir y dudar, para qué!
Si es amor, corazón, y regresa, hay que darse al amor como ayer..."


(El Milagro- Letra: Homero Expósito)

mercredi, février 08, 2006

Sobre tres entierros...


Anoche vi una película que me gustó mucho. “Los tres entierros de Melquíades Estrada” (The three burials of Melquíades Estrada, 2005). Y aunque no soy una experta, y aprovechando este espacio en que me permito hablar, o más bien comunicar las reflexiones que me asaltan, voy a hablar al respecto (además que el no ser una experta permite una lectura más sincera de la película, como me dijo alguna vez un respetado entendido en la materia).

Digo, decía que me gustó mucho. Me pasaron muchas cosas a medida que la veía, disfrutando de la bella fotografía, la buena música, las excelentes actuaciones, el buen guión y la buena dirección que supo “orquestar” todo en una película, no genial, pero si muy sincera, bien hecha, con cuidado, arte y sutileza suficientes para disfrutarla a concho al verla, y quedarse harto rato pensando después (mi idea de lo que es una buena película). Trataré, eso si, de no hablar muy explícitamente de la trama por si no la han visto aún (y si es así, háganlo, no se la pierdan).

Empiezo por el argumento. La historia, si bien ambiciosa en contenido (si uno analiza su lado verídico) sabe permanecer simple. Y con simple me refiero a que permanece fiel a la vida misma, con su cuota de alucinación, rudeza, y alegría. Que permanece en un lenguaje que no subraya lo evidente. Personajes, situaciones, e imágenes descriptivas “reales”, que uno cree y que por tanto siente. Ni el rostro del muerto que va deteriorándose con el paso de los días bajo el sol del desierto de Sonora, -con un evidente tono de maniquí-, parece exagerado. No exagera en la medida que es símbolo/imagen de la “realidad” del amigo difunto despareciendo de a poco en el viaje hacia su mundo real (contrario a la no patria de la extranjería de donde viene). Ni la caída espectacular desde un barranco de un caballo blanco parece exagerada, en la medida que simboliza al desprendimiento que conlleva todo viaje de redención.
Porque si, la historia cuenta una bella fabula sobre la redención, sobre el camino doloroso que debe seguirse para encontrarla. Viaje hacia uno mismo, y también hacia un mundo desconocido que justamente nos permite la reflexión, la distancia, la toma de conciencia. Y también viaje en contra de nuestras concepciones de lo que pensamos que es correcto, hacia el límite del orden establecido de las cosas. Un patrullero de fronteras estadounidense, cuyo trabajo y rutina es no dejar pasar la migración de los “espaldas mojadas” hacia su lado de la misma, la cruza en sentido inverso, hacia el lado donde él es el extranjero, donde deberá ponerse en su lugar, donde conoce una realidad al otro lado de su frontera mental. Y por todo eso no deja de ser emotiva la escena final de transformación, el fin del viaje, cuando se pide el perdón, cuando finalmente se deja salir el arrepentimiento, que existe desde un comienzo, pero que no se podía decir sino con el nuevo vocabulario descubierto durante el duro viaje interior. Ya que no hay perdón (o autoperdón) frente a cualquier error humano que no pueda alcanzarse si se tiene el coraje de seguir esa ruta, de la que no sirve tratar de huir: hay que enfrentarse a uno mismo, a su luz y oscuridad (secuencia del juego de escondidas entre los viajeros).
El término del viaje es así el fin de algo que se deja atrás, en el trayecto, representado en el ritual del entierro. El entierro de algo que era y ya no será más, tanto en nosotros (el cambio en el personaje del policía de fronteras) como en nuestra vida. En esta última idea, la obsesión del amigo por evitar la podredumbre del cuerpo muerto, como señal de la dificultad y dolor de asumir el duelo, de aceptar la nunca más presencia física del ser querido (siendo la camadería de los vaqueros tan importante para el protagonista, al punto de compartir fogatas con el cadáver).
También me gustó mucho la idea de que “se es” alguien, en la medida que tenemos un afecto para el que existimos. El inmigrante mexicano no tiene apellido (sobre su tumba), ni familia, ni lugar en el mundo (Jiménez era un lugar mítico finalmente); y sin embargo en nombre de una AMISTAD accede a todo eso (un nombre pronunciado muchas veces a lo largo del film, un lugar de entierro propio), y a un ritual funerario digno de reyes.

Sigo con la re-visita al imaginario del farwest, a ese espacio cinematográfico y real donde transcurre la historia. Aluciné con la fotografía de los enigmáticos y maravillosos paisajes de Texas. Con el fiel (supongo, me pareció) retrato social y ambiental de esa parte del planeta, su mixtura cultural (la película es en sí muy mestiza), su soledad, su belleza, sus pueblos perdidos, su gente hospitalaria, y los míticos cowboys que existen aún en los mismos rituales de las películas de vaqueros de Ford, (por lo que en algunas escenas uno se siente viendo otra época) sólo que esta vez acompañados por su tele portátil, en plena faena de campo en las montañas (elementos que nos devuelven a nuestra época).

No puedo dejar de mencionar las buenas dosis (no dicho en el sentido de una receta) de humor, violencia y drama. Se no dicen verdades a través de todas ellas, como la excelente escena donde el protagonista –en pleno proceso de cambio de piel- llora frente a una escena de la teleserie que veía su “mal amada” esposa, que arranca carcajadas a la vez que emociona.

En fin, se agradece a Tommy Lee Jones su trabajo, y su actuación maravillosa (con un muy bien español dicho sea de paso). Y por supuesto el excelente guión de Guillermo Arriaga, el que más me ha gustado de sus tres famosos ("amores perros" y "21 gramos").

Bueno, me fui en volá’, pero hace tiempo que no me gusta tanto una peli, y había que celebrarlo….

(PD: mis agradecimientos al gentil auspicio de Juani Salinas al evento…)

lundi, février 06, 2006

Familia parisina


Antes no me pasaba como ahora que los fines de semana se hacen cortos, que vuelan, en una alfombra mágica donde con los amigos "somos invisibiles, vámonos de viájico, somos drupilá!"...
Estas 3 noches y dos días - que ahora he decidido dedicar sólo al ocio- me recuerdan más que nunca en la semana que ya no estoy sola en esta ciudad, en esta mágica y bella ciudad de la luz (y en la que sin embargo se respira tanta soledad). Si, ya no estoy sola, cuento con mi "familia parisina": mis amigos.

Los amigos siempre han sido para mí una de las grandes alegrías de estos días que pasan por mí hace 28 años ya... mis "no largamente numerosas, pero siempre profundas" amistades me son vitales, y agradezco cada vez su existencia en la mía. Y sin embargo he descubierto en esta lado nórdico del mundo otra suerte de amistad, una que en ausencia de padres, cuñados, ex-compañeros, hermanos y "ex"s whatever, lo son todo, son familia, son amigos, son madres, son hermanos. Y por eso el vínculo es más constante, más de cerquita, más de "oye, ¡hace más de 4 días que no sé de tí!"...

En fin, este mensaje está saliendo medio latero, medio a lo "dígaselo con village..." Supongo que lo único que quiero decir esta noche de domingo post-weekend (con una once, dos almuerzos, una obra de teatro, una ida a expo, dos salidas de bares, dos cafés, y 4 chats en el cuerpo con mes amies là-bas), es que los quiero mucho, y que siempre serán una de las mejores cosas que me han pasado en París. Estoy feliz de que nos hayamos encontrado. Aquí y ahora.